Artículo publicado en Travesías de tinta el 8 de julio de 2024
1978 marca un hito en la historia del cómic. Se le considera
el año en que nace el género de la novela gráfica, y lo hace con dos obras
inaugurales que surgieron, como por generación espontánea, a ambas orillas del
Atlántico: en EE.UU. Contrato con Dios de Will Eisner, en Francia Ici
Même de Forest y Tardi. Por supuesto, encontraréis las dos en nuestra
colección, esta última en la nueva edición de lujo publicada en España por
Norma.
Ici Même fue serializada en la mítica publicación
belga (Á suivre), donde se refugiaron en busca de libertad creativa los
autores disidentes de Pilote, la revista de Goscinny. El dibujante
Jacques Tardi ya se había hecho respetar en el panorama de la bande dessinée
con obras como Adiós Brindavoine, que se publicó en Pilote precisamente,
o los primeros tomos de Las aventuras de Adéle Blanc-Sec, mientras que
el guionista Jean-Claude Forest gozaba ya de un estatus de figura de culto como
padre literario de Barbarella, la popular heroína de ciencia ficción
para adultos.
Pero Ici Même no es ciencia-ficción. Es un esperpento
en toda regla. La acción se desarrolla en Mornemont, "el país
cerrado", un imaginario cantón de Francia cuyo suelo está por completo
compartimentado por muros y cancelas. En cada una de las fincas en que se
divide viven, atrincherados en châteaux decadentes, familias de
burgueses desconfiados y recelosos de sus vecinos. En este país digno de un
relato de Kafka, nuestro protagonista Arthur Même no posee tierra alguna, pero
posee los muros. Y se dedica a deambular por ellos como un equilibrista,
abriendo y cerrando las puertas a los ingratos terratenientes a cambio de unas
monedas (que se pueden interpretar como peaje o como propina). Arthur Même se
considera el legítimo propietario de Mornemont, y se pasa la vida enredado en
pleitos para hacer valer sus derechos, recuperar sus tierras y expulsar de
ellas a las familias allí asentadas. A lo largo del cómic, veremos cómo este
frágil mundo en que vive Arthur Même se tambalea y se derrumba, zarandeado por
dos fuerzas externas contra las que no hay resistencia posible: la geopolítica
y el amor (bueno, el amor... o algo parecido).
Pese a la complejidad de su trama y de su riqueza en símbolos, Ici Même no deja de ser una farsa, con algo de guiñol y algo de realismo mágico. Sus páginas son el escenario por el que se mueve un coro de personajes neuróticos que, como salidos de una obra de Ionesco, parlotean y monologan sin cesar para intentar justificar ante el lector el sinsentido de sus vidas. Nada más adecuado para ilustrar esta historia que el característico blanco y negro de Tardi, cuyas referencias visuales para esta obra irrepetible no provienen tanto del mundo del cómic como del de la pintura: la atmósfera macabra y carnavalesca de James Ensor o esos personajes de guardapolvos y sombrero hongo que pululan por los cuadros de Magritte.
Comentarios
Publicar un comentario